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domingo, 26 de diciembre de 2010

De pájaros

Todo lo que comienza sabemos debe tener un final, nada escapa de esta regla. Sin embargo nunca podemos aceptar la finitud de las cosas, y así como es difícil darnos cuenta de los comienzos reales, los finales tampoco son previsibles. A veces los sentimos en las entrañas, en ocasiones los suponemos pero otras nos caen como si fuéramos un pájaro asestado por una bala. Con crueldad, sin sentido, de manera salvaje mientras volábamos hacia alguna dirección definida. Y nos quedamos en la tierra, viendo como nuestra sangre se lleva no solo parte de la vida sino también los recuerdos del aire. El instinto nos llevaría a levantar un ala, pero están rotas y desplumadas, y como ese pájaro libre todo comienza a perder sentido real. Mientras nos dormimos en el sueño de dejarnos abandonar sucede que podemos sentir que algo nos cuida. Y nos lleva lentamente bajo sus manos para darnos un pequeño refugio y alimento. No nos toca, no interfiere en nuestra recuperación, pero nos observa para saber si necesitamos algo. Es que todos los pájaros que salimos de las jaulas alguna vez fuímos alcanzados por un mísil. Pero nuestro objetivo siempre es volver a volar algún día y solo vivimos para eso. Aunque nos sepamos acechados es imposible quedarse en tierra. Es que quedarse en tierra amigos, es solo para lombrices y humanos. (Blog dedicado a la espera de tu recuperación)

viernes, 10 de diciembre de 2010

TIC, TAC, TIC, TAC


Siempre pienso en la paciencia; considerada como virtud o condenada al lugar de una espera inconducente. Una inútil que no hace nada porque no sabe qué ni cómo. Siempre pienso en mi estadía cuando no puedo sostenerme en un lugar neutral. Cuando me desespera la impaciencia pero me hace sentir en movimiento. Me sofoca suponer que puedo creer en hechos que no sucederán finalmente por más que uno los espere con confianza. Pero qué sería de la existencia si no fuera una continua cadena de esperanzas pacientes y sonrisas guardadas en cajones de mesitas de luz?..

lunes, 6 de diciembre de 2010

Juana

Todos recordamos el cuento de Juan sin Miedo; un individuo que lo único que deseaba era sentir temor. No me acuerdo como comenzaba ni terminaba la historia, mi memoria solo conserva el personaje y su búsqueda por la carencia. Hoy en día ser un "Juan" equivaldría a ser un suicida. Nuestra vida, con tantas cosas para recalcular, hace que la memoria funcione como un GPS y el mejor camino debería ser temer a lo desconocido, como bien aprendimos en algún lugar. También a lo conocido que suponemos inmanejable. Y al paso del tiempo mal utilizado. Sentir pánico del sufrimiento a repetición y mantenernos lejos de las causas y consecuencias. Esto mismo dijo alguno se llama experiencia. Para mí, es sentir que volveríamos a comportarnos a repetición porque el hombre parecería ser un animal de costumbre. Como ya dije no me acuerdo si el muchacho consiguió eso que él consideraba una virtud, si le fue útil o no pudo soportarlo. El miedo no es un sentimiento fácil de llevar, nos mantiene vivos y a salvo mientras nos anestesia lentamente las ganas de ser otros. Casi nada...casi todo.

lunes, 29 de noviembre de 2010

A punto de caer

Parada frente a un torbellino con más siglos que mis recuerdos. Parada sin resistirme. Me hace perder el equilibrio pero mantiene la fuerza bajo un solo pensamiento. Y lo que menos hago es olvidarme de mí. No quiero olvidarme en un vendaval de primavera porque son los peores para buscarse. Uno puede caer en cualquier arbusto espinoso y quejarse de las pinchaduras. Si voy a perderme prefiero que sea cuando se acuesta el sol del verano. Uno puede instalarse en una silla y mirar hasta el horizonte, y aunque sople el viento y me quite la voz, puedo volver a encontrarme cuando duerma bajo un árbol

sábado, 27 de noviembre de 2010

Amores circulares

Eramos tan pequeños, y teníamos tantas ganas de jugar a no crecer, que no podíamos dejar de soñar. De imaginar nuestra vida de adultos inmaduros. Hoy siento que lo único que queríamos era que nos dejaran llegar a destino. Con nuestras nuevas metas, con las lágrimas de las logradas, con las canciones de los descansos en un sofá. Con las pinturas copiadas, con los silencios que no se adornaban con anécdotas, con los calambres de la ira que tantas veces no sabíamos canalizar, con la construcción del orden en el caos. Y llegamos exahustos, pero enteros. Maravillados como quién conquista un nuevo mundo, pero seguros porque este universo se parece bastante al que teníamos en mente. Y ahora me doy cuenta que en realidad volvemos a empezar. Volvemos de nuevo a ser esos chicos traviesos con ganas de seguir corriendo. Que lejos de sentirnos lastimados nos sentimos enteros. Que lejos de ser adultos corrompidos, volvemos a ser puros. Hoy volvemos a ver. (Post dedicado a mi hermano cósmico del alma)

martes, 16 de noviembre de 2010

Hambre

La desnutrición tiene una cara visible en la delgadez extrema. Pero la falta de nutrientes tiene otra cuestión; a veces el individuo parece bien alimentado pero carece de las vitaminas que permitan desarrollar todo su potencial. Creo que con los recuerdos sucede lo mismo. Parece que nos alimentan pero carecen de nutrición. Se vuelven modificables y se sustentan con nuestros intereses. Si bien siguen una línea de pensamiento, con el transcurso de los años empezamos a correr los mojones de la frontera sin darnos cuenta. Y él mismo logra su crecimiento con la fuerza de nuestro razonamiento. Y la desnutrición llega de la mano de la añoranza. Ese sentimiento que nos estanca en sucesos que ya no están y que por mucho que quisiéramos, no podrán formar parte del minuto reciente. Añorar es como sentarse con un plato lleno de agua, sirve pero no aporta demasiado. Parece alimento pero no lo es. Entonces sigo buscando, como quién desea una fruta en el desierto, la manera de no sentirme satisfecha sino la táctica de ubicar a cada recuerdo en su sitio para que todo sea productivo. Para seguir creyendo en los laberintos de los relojes sin tiempo.

lunes, 8 de noviembre de 2010

La cosa

La cosa se puede mover, sacar de lugar, limpiar y volver a ubicar. Es práctica, fácil de instalar en un nuevo sitio y no hay necesidad de consultar. Pero cuando es demasiado grande, demasiado pesada, demasiado difícil de transportar, aunque sea una cosa, se dificulta su proceso de traslado. Y entonces sucede que si está en el medio de una ruta, y nos impide el paso, y para esquivarla hay que caminar mucho a la izquierda o a la derecha o calcular sus cientos de metros para escalarla..hay que tomar decisiones. Algunos optan por la destrucción, otros por reducirla solo a escombros para seguir avanzando. Hacia dónde? Siempre adelante! por la ruta señalada con carteles de colores y letreros que nos indican perfectamente el lugar para llegar. Donde si de pronto te sorprendiera la noche, las flechas se iluminan para no confundirte de sendero. Desconfío de las cosas que se instalan y hay que destruirlas. Desconfío de los caminos señalizados. Desconfío de la gente que cosifica para cambiar. Creo en la observación de las cosas. Creo en la palabra tanto como en el silencio. Creo en la pausa ante el vértigo. Y creo en los caminos nuevos donde se mueve para construir. Creo en las miradas que reciben y pueden pedir. Creo en las personas y no en los personajes. Creo en la tierra que se hace barro para volverse roca pero puede volver a su estado original. Creo en vos y creo en mí. De última se cree mucho más en aquello que no se puede ver. Y de eso también desconfío.

lunes, 11 de octubre de 2010

Mundanal

Estaba el mundo; el mundo grande, redondo y sostenido por cuatro elefantes. Y después el pequeño. El que tenía cien veredas y doscientos árboles, cuatro mil casas con habitantes sin conocer y unas cuarenta donde vivían seres con nombre y apellido. Y el micro cosmos. Una habitación, una almohada y un saco pequeño de lana amarilla por si hacía mucho frío. Entre éste y los siguientes no había espacio; solamente cientos de miles de kilómetros de desierto sin oasis. Y yo seguía caminando. Una ruta sostenida por animales gigantes en un mundo que no existía.-

martes, 28 de septiembre de 2010

Sueños en sillas

Una vez alguien me dijo "tené cuidado con lo que soñás, no sea cosa que se cumpla".
Fue la peor frase que escuché, siempre me pareció inentendible y absurda...podías limitar tus ilusiones para que fueran manejables cuando se cumplieran?
Hace bastante tiempo dejé de creer en las casualidades. Comencé a ver como ciertos acontecimientos se presentan para hacernos experimentar eso que solo nuestra esencia conoce.
Y los sueños buscan ser paridos cuando llegue el momento perfecto. Cuando después de los dolores (de parto) puedan hacerse concretos.
Yo esperé casi veinte años. Como dice el tango, veinte años no es nada. Por supuesto no lo entendía cuando era adolescente, eso era una vida entera!
Hoy lo siento como el tiempo transcurrido para disfrutar la materialización de la espera, amando la sabiduría adquirida y las lágrimas justamente derramadas.
Y se tiene el pecho necesario para disfrutar de esa nueva entrada de oxigeno.
Casi tanto como para gritar que ese axioma ha sido refutado.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Primavera

No es justo el amor añorando. No es justo. No es justo el filo de la aguja punzando la llaga para que no cicatrice. No es justo caminar sobre los espejos rotos para llegar a la cama vacía. Para descansar. Para dormir. Y no soñar. No es justo que todo suceda al mismo tiempo y no podamos vivir todas las vidas posibles. Pero no quiero justicia. Te quiero a vos.

jueves, 19 de agosto de 2010

Palabras malas

Una palabra que tiene mala prensa es descontrol. Asociada al desorden y al caos, que te digan algo como descontrolada, suena pésimo.
Pero lejos de mi buena voluntad, hace un tiempo que el fantasma del "no control" me viene tocando el hombro a cada rato. Me doy vuelta y me mira con su presencia taciturna recordándome que siempre es factible que las cosas salgan de mi sujeción.
Y es peor aún. Intentando comprender, siento que muy poquitas cosas están bajo mi dominio, incluso aquellas que tengo como seguras.
Ya es inevitable.
Por estos días soleados ando descontrolada por el universo...pero a mucha honra.

jueves, 5 de agosto de 2010

Morada

Alimentada por la riqueza de la insolencia me quedé muda. Siendo irreverente, una mocosa malcriada que solo piensa en lo que quiere, cerré las puertas al olvido. Y me negaba a olvidar. Todo el tiempo. Pero las horas con su paso insensible se ocuparon de eso. Un día ya no me acordaba por qué era necesario moquear en la vereda. Pero igual seguí sentada en el cordón. Hacía frío y no me importaba. Podía aguantar lo que fuera por quedarme ahí. El entumecimiento me dejó sin poder moverme. Ni siquiera los músculos del rostro para manifestar la emoción. Y supe que si no salía pronto...simplemente moriría. (Nadie escapa de sus aprendizajes. La rebeldía es inapropiada en ciertos ámbitos)

viernes, 30 de julio de 2010

El don

Tener un don parece como recibir un regalo sin tener muy claro a quién agradecerle. Hay personas que fácilmente lo descubren y otros que pasan toda su vida sin percibirlo. Y en general los demás pueden apreciarlo si toma forma en objetos, escrituras o complejos sentimientos de bienestar. Hay personas que tienen el don de la palabra. La utilizan como una herramienta similar a un martillo o una pala, como el instrumento y por supuesto como el medio perfecto para canalizar sus pensamientos. Encuentran la conjugación precisa y los adjetivos encajan sobre los sustantivos sin que hubiera una opción mejor para expresarse. Pero que decir cuando una persona tiene el don del silencio. No es algo muy apreciado. Puede llegar a pasar por cobarde, inexpresivo, abúlico o carente de la capacidad de expresarse. Sin embargo todos conocemos gente que más que anhelar este don debería aprenderlo de la misma manera en que nos enseñan que no es bueno cruzar una calle si el semáforo no nos habilita. Hay una canción que dice "y cuando no tenga nada que decirte, no me apresures para que yo escuche mi silencio"; escuchar pero también callar, dos hermosas instancias que están faltando en la popular era de la comunicación. Cuando no hay nada más para agregar, dejar de poner dulce de leche y confites a una torta que nadie va a querer degustar. Saber parar, saber frenar..tener el don del silencio (Dedicado a mi amigo querido que posee en perfecta medida este don)

domingo, 30 de mayo de 2010

Alicia vió al conejo blanco

Se entra pero nunca se sabe si realmente se puede salir, si ciertamente podremos olvidar el paraíso conocido. Se mira, se ve y se hunde hasta la nariz; la cara entera sin preguntarse si se podrá respirar. Se experimenta triste. Se piensa, ya no se siente, se racionaliza y se supera finalmente. Se olvida solo por el hecho que ya sos otro.