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sábado, 27 de noviembre de 2010

Amores circulares

Eramos tan pequeños, y teníamos tantas ganas de jugar a no crecer, que no podíamos dejar de soñar. De imaginar nuestra vida de adultos inmaduros. Hoy siento que lo único que queríamos era que nos dejaran llegar a destino. Con nuestras nuevas metas, con las lágrimas de las logradas, con las canciones de los descansos en un sofá. Con las pinturas copiadas, con los silencios que no se adornaban con anécdotas, con los calambres de la ira que tantas veces no sabíamos canalizar, con la construcción del orden en el caos. Y llegamos exahustos, pero enteros. Maravillados como quién conquista un nuevo mundo, pero seguros porque este universo se parece bastante al que teníamos en mente. Y ahora me doy cuenta que en realidad volvemos a empezar. Volvemos de nuevo a ser esos chicos traviesos con ganas de seguir corriendo. Que lejos de sentirnos lastimados nos sentimos enteros. Que lejos de ser adultos corrompidos, volvemos a ser puros. Hoy volvemos a ver. (Post dedicado a mi hermano cósmico del alma)

1 comentario:

J. G. dijo...

ese rojo fresero me chifla