Páginas

miércoles, 25 de enero de 2012

Las imprudentes

Ahí andan deambulando de vuelta. 
Nacieron en esas tardes y se están apoderando de los cimientos, gateando por las paredes, trepándose al cielorraso.
No las reconozco porque no son parecidas a mí y otras son tan diferentes que no pueden ser de mi parte; me molestan, estridentes, se multiplican y las veo por todos lados.
Sin embargo hay algunas que solo me observan para que yo las distinga de las demás. Las escucho profundas, calladas, pertenecientes a lo más cercano y a lo menos lejano. Con esas admito la perturbación cuando me hablan por la noche, les permito que me falten el respeto, que no me dejen descansar y que me lleven a realizar actos poco prudentes para que se burlen de mis impertinencias.
Son chiquitas e irresponsables como cualquiera que tenga poca conciencia del mundo.
Son nuevas pero están invadiendo el espacio. Tengo que dejarlas como tantas veces y esperar que crezcan, que sigan su curso o que mueran en el intento. La vida es eso y no hay que temer a los ciclos.
Ahí están las muy impertinentes gritando olvido, susurrando recuerdos, queriendo imponer ideas sugieren conductas. Egoístas y demandantes, por donde paso andan con su bullicio.


lunes, 16 de enero de 2012

Cuentos que esperan

Cenicienta en el conurbano, hacia donde corre la soledad?
Te sentás en el lugar común, esperando un carruaje que no llega, imaginando que la lluvia no inunda tus zapatos nuevos. Sabiendo que las calabazas se transforman solo en pucheros.
Y lo bien que hacen convirtiéndose en puré de respuestas cuando no hay demasiadas preguntas.
Una princesa cuando cree más en el Diablo nefasto que en el Angel guardián, donde esconderá sus deseos de noche?
Guarda un zapato de cristal, busca el principe que la rescate; quisiera avisarte bonita que esas cosas no suceden. Que un día los zapatos perdidos se rompen y los socorristas están muy cansados.
Si los ángeles se callan y los diablos susurran en los veranos pegajosos de Buenos Aires, nosotros deberíamos proteger parte de tus anhelos para que tu sonrisa no termine cuando llega la medianoche.

martes, 10 de enero de 2012

El innombrable

Muchas veces pienso en la inocencia infantil. Como contribuir para que esa característica que generalmente poseen los niños (y muchas veces los locos) no se pierda con el conocimiento? no pude encontrar muchas respuestas que no demostraran que la ignoracia de ciertos temas hacen a la visión.
Cortázar sostenía que la realidad no es lo que parece y que el mundo fantástico es una parte más pudiendo él "acorralar lo fantástico en lo real, realizarlo". Por mi parte siempre viví más tiempo de ese lado de la frontera, lo cual no da garantías porque al llegar con la mochila al mundo real, manejado por la mayoría, generalmente las cosas se complican.

Entonces qué se podría ofrecer a nuestros niños ante el inminente ingreso de la crueldad en algunas situaciones?
El otro día Dante se enteró que todos podíamos ser potenciales enfermos de cáncer. Por supuesto que la pregunta vino a raíz de muchos conocidos en esta situación. Y sumada la muerte de su abuelo por lo mismo. No podía entender que eso que le pasaba a los otros, también podía pasarle a uno sin que hubiera talismán de protección.
Tampoco quería engañarlo con la seguridad que no tengo, acerca de Dios y su ayuda celestial o en caso de fallar una promesa de una vida mejor fuera de ésta. No había superpoderes, ni cosa cierta que pudiera colocarse sobre su mamá, por ejemplo, para evitar el acontecimiento.
 Lo miré profundamente, con mi mejor sonrisa de mundo real, y le expliqué que nunca sabremos que puede pasarnos, por eso es importante agradecer lo bueno que sucede y disfrutarlo mucho. Fin de la explicación. No encontré nada más.
Parece que por lo menos su inocencia sigue intacta. Quiero decir, a vuelto a realizar comentarios insólitos y graciosos, a seguido teniendo una mirada tierna e infantil sobre la vida.
 Tal vez por ser mi hijo también quiera vivir en el lado fantástico.
 Y si fuera así, por lo menos le podría enseñar las herramientas para defender ese territorio que nadie nos podrá quitar jamás.

domingo, 1 de enero de 2012

Renacimiento

Una vez me dijeron que cuando alguien suspiraba era porque sacaba un resto de aire antiguo para llenar los pulmones con aire nuevo. Desde aquel momento, eso que para mí fue una ley, generaba risas por ser una ridiculez; incluso me hizo ganar el apodo de "suspirito" en mi último trabajo. Es que me gustan las historias que explican más que las razones en sí mismas. Suspiro. Es importante comenzar el año con los pulmones llenos de oxígeno nuevo. Desde hace unos años cuando comienza el brindis de las doce, realizo el ritual de la promesa interna. Es un acuerdo de partes (entre todas las que me componen) donde nos pondremos de acuerdo en seguir una pauta. El año pasado fue la honestidad a cualquier precio. No estuvo mal. Pague las costas del juicio interno por llevar a cabo semejante propósito que buscaba reconciliarme con los deseos. Algunos quedaron intactos, sin cumplir, pero nunca podré acusarme de no haber hecho todo lo que estaba a mi alcance. Y siendo honesta que no es lo mismo que ser decente. Pude aprender que a veces con el propio anhelo, no basta. Por más libro de autoayuda que nos quieran vender, por más imágenes que uno proyecte; hacen falta varios componentes. Pero el tema está en saber si uno se la jugó por entero o dejó un resto "por las dudas". Y aceptar la realidad sin rodeos. Fue un año donde no dejé reservas. En un momento me quedé vacía. Pero como auténticas luces de faros, aparecieron los amigos de siempre, la familia, los nuevos amigos y todos en su aporte hicieron que el cierre fuera con ganancias, aunque tal vez en especias. Anoche brindé también pero bajo un escenario bastante diferente. Un poco más fulero, con mucha parca rondando la escena, con mucho enfermo dando vuelta que hace que uno agradezca estar del lado de los que pueden cuidarlo. Y me quedé sin promesa de las doce. Porque cuando nos ví gritando los segundos para que termine el año mirando Crónica TV (escena un tanto bajón) con los que pudimos juntarnos, con mis hijos, con mi marido que me acompaña con todos mis rayes...me dieron ganas de reír. Ahora que creía poco en mi capacidad de resurrección, me sentí renacer. Aunque sea para dar el testimonio de los que sobreviven, aunque sea para encontrar el famoso placer de estar vivo, aunque sea sin propósito, cuando ya no buscas excusas...solo pude verme reaparecida para seguir.
Y me dieron ganas de celebrar por ellos, por cada uno de los que pudieron volver a estar vivos.
(Obra "Parirse" Espejo_ Ada)