Páginas

jueves, 23 de agosto de 2012

Mutar, siempre mutar

Debería adaptarme al cambio yo que me jacto de ser una sobreadaptada. Pero no puedo. O no quiero.
Me da bronca, rabia y provoca sentimientos extraños. Me siento fuera, en un punto hace rato que lo estoy, pero ahora lo siento.
Se acaba, se termina, se transforma. Otra etapa que se cierra. Como una puerta con violencia por el viento. Se cierra y deja en el interior sentimientos sin redención.
Soy socialmente aceptable pero en algún lugar se escucha una niñita sollozando, haciendo berrinches en el piso, gritando lo que no quiere.
Es un pena tan vieja como la tristeza de lo inevitable.


domingo, 19 de agosto de 2012

Edén

En cierta forma quiero como una endemoniada. Y no me da miedo decirlo.

Quiero con una imaginación ilimitada que me lleva a sucesos poco probables para este mundo. Con poca conciencia en el tiempo, sintiendo sin medidas, sin cronologías, como si cada día fuera el primero.
O el último.
O el único existente por vivir.
En alguna parte del corazón se arraigan instantes entrañables para creer que podría nadar un océano y sabiendo que en la mitad del camino es posible que dejara de existir.
Me habitan unos demonios que me hacen pensar que todo sería posible.

Pero recibo elogios de ocasión.
Yo quiero a un Adán que me hace sentir que no soy capaz de provocarle un solo acto irracional. Que no quepo en su cuota de actos con error. Y no sé lo que piensa pero sé lo que siento. Y me causa tristeza.
Es cierto... quise como una endemoniada.
Ya dejé de hacerlo y aquel hombre amado, anda por esta tierra redonda, buscando redimirse en esos paraísos inventados.

Que así sea.
Que así sea.
Y que el mundo siga girando