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martes, 16 de noviembre de 2010

Hambre

La desnutrición tiene una cara visible en la delgadez extrema. Pero la falta de nutrientes tiene otra cuestión; a veces el individuo parece bien alimentado pero carece de las vitaminas que permitan desarrollar todo su potencial. Creo que con los recuerdos sucede lo mismo. Parece que nos alimentan pero carecen de nutrición. Se vuelven modificables y se sustentan con nuestros intereses. Si bien siguen una línea de pensamiento, con el transcurso de los años empezamos a correr los mojones de la frontera sin darnos cuenta. Y él mismo logra su crecimiento con la fuerza de nuestro razonamiento. Y la desnutrición llega de la mano de la añoranza. Ese sentimiento que nos estanca en sucesos que ya no están y que por mucho que quisiéramos, no podrán formar parte del minuto reciente. Añorar es como sentarse con un plato lleno de agua, sirve pero no aporta demasiado. Parece alimento pero no lo es. Entonces sigo buscando, como quién desea una fruta en el desierto, la manera de no sentirme satisfecha sino la táctica de ubicar a cada recuerdo en su sitio para que todo sea productivo. Para seguir creyendo en los laberintos de los relojes sin tiempo.

2 comentarios:

Susana Peiró dijo...

Muy bien precisado, pero muy bien!

Cada artículo tuyo propone una nueva mirada hacia adentro, y una nueva también perspectiva.

Besitos cielo!

Ada dijo...

Gracias Susi por tus palabras! siempre es un enorme gusto recibirte por acá. Te mando un abrazo lleno de recuerdos nutritivos!