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lunes, 29 de noviembre de 2010

A punto de caer

Parada frente a un torbellino con más siglos que mis recuerdos. Parada sin resistirme. Me hace perder el equilibrio pero mantiene la fuerza bajo un solo pensamiento. Y lo que menos hago es olvidarme de mí. No quiero olvidarme en un vendaval de primavera porque son los peores para buscarse. Uno puede caer en cualquier arbusto espinoso y quejarse de las pinchaduras. Si voy a perderme prefiero que sea cuando se acuesta el sol del verano. Uno puede instalarse en una silla y mirar hasta el horizonte, y aunque sople el viento y me quite la voz, puedo volver a encontrarme cuando duerma bajo un árbol

sábado, 27 de noviembre de 2010

Amores circulares

Eramos tan pequeños, y teníamos tantas ganas de jugar a no crecer, que no podíamos dejar de soñar. De imaginar nuestra vida de adultos inmaduros. Hoy siento que lo único que queríamos era que nos dejaran llegar a destino. Con nuestras nuevas metas, con las lágrimas de las logradas, con las canciones de los descansos en un sofá. Con las pinturas copiadas, con los silencios que no se adornaban con anécdotas, con los calambres de la ira que tantas veces no sabíamos canalizar, con la construcción del orden en el caos. Y llegamos exahustos, pero enteros. Maravillados como quién conquista un nuevo mundo, pero seguros porque este universo se parece bastante al que teníamos en mente. Y ahora me doy cuenta que en realidad volvemos a empezar. Volvemos de nuevo a ser esos chicos traviesos con ganas de seguir corriendo. Que lejos de sentirnos lastimados nos sentimos enteros. Que lejos de ser adultos corrompidos, volvemos a ser puros. Hoy volvemos a ver. (Post dedicado a mi hermano cósmico del alma)

martes, 16 de noviembre de 2010

Hambre

La desnutrición tiene una cara visible en la delgadez extrema. Pero la falta de nutrientes tiene otra cuestión; a veces el individuo parece bien alimentado pero carece de las vitaminas que permitan desarrollar todo su potencial. Creo que con los recuerdos sucede lo mismo. Parece que nos alimentan pero carecen de nutrición. Se vuelven modificables y se sustentan con nuestros intereses. Si bien siguen una línea de pensamiento, con el transcurso de los años empezamos a correr los mojones de la frontera sin darnos cuenta. Y él mismo logra su crecimiento con la fuerza de nuestro razonamiento. Y la desnutrición llega de la mano de la añoranza. Ese sentimiento que nos estanca en sucesos que ya no están y que por mucho que quisiéramos, no podrán formar parte del minuto reciente. Añorar es como sentarse con un plato lleno de agua, sirve pero no aporta demasiado. Parece alimento pero no lo es. Entonces sigo buscando, como quién desea una fruta en el desierto, la manera de no sentirme satisfecha sino la táctica de ubicar a cada recuerdo en su sitio para que todo sea productivo. Para seguir creyendo en los laberintos de los relojes sin tiempo.

lunes, 8 de noviembre de 2010

La cosa

La cosa se puede mover, sacar de lugar, limpiar y volver a ubicar. Es práctica, fácil de instalar en un nuevo sitio y no hay necesidad de consultar. Pero cuando es demasiado grande, demasiado pesada, demasiado difícil de transportar, aunque sea una cosa, se dificulta su proceso de traslado. Y entonces sucede que si está en el medio de una ruta, y nos impide el paso, y para esquivarla hay que caminar mucho a la izquierda o a la derecha o calcular sus cientos de metros para escalarla..hay que tomar decisiones. Algunos optan por la destrucción, otros por reducirla solo a escombros para seguir avanzando. Hacia dónde? Siempre adelante! por la ruta señalada con carteles de colores y letreros que nos indican perfectamente el lugar para llegar. Donde si de pronto te sorprendiera la noche, las flechas se iluminan para no confundirte de sendero. Desconfío de las cosas que se instalan y hay que destruirlas. Desconfío de los caminos señalizados. Desconfío de la gente que cosifica para cambiar. Creo en la observación de las cosas. Creo en la palabra tanto como en el silencio. Creo en la pausa ante el vértigo. Y creo en los caminos nuevos donde se mueve para construir. Creo en las miradas que reciben y pueden pedir. Creo en las personas y no en los personajes. Creo en la tierra que se hace barro para volverse roca pero puede volver a su estado original. Creo en vos y creo en mí. De última se cree mucho más en aquello que no se puede ver. Y de eso también desconfío.