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lunes, 8 de noviembre de 2010

La cosa

La cosa se puede mover, sacar de lugar, limpiar y volver a ubicar. Es práctica, fácil de instalar en un nuevo sitio y no hay necesidad de consultar. Pero cuando es demasiado grande, demasiado pesada, demasiado difícil de transportar, aunque sea una cosa, se dificulta su proceso de traslado. Y entonces sucede que si está en el medio de una ruta, y nos impide el paso, y para esquivarla hay que caminar mucho a la izquierda o a la derecha o calcular sus cientos de metros para escalarla..hay que tomar decisiones. Algunos optan por la destrucción, otros por reducirla solo a escombros para seguir avanzando. Hacia dónde? Siempre adelante! por la ruta señalada con carteles de colores y letreros que nos indican perfectamente el lugar para llegar. Donde si de pronto te sorprendiera la noche, las flechas se iluminan para no confundirte de sendero. Desconfío de las cosas que se instalan y hay que destruirlas. Desconfío de los caminos señalizados. Desconfío de la gente que cosifica para cambiar. Creo en la observación de las cosas. Creo en la palabra tanto como en el silencio. Creo en la pausa ante el vértigo. Y creo en los caminos nuevos donde se mueve para construir. Creo en las miradas que reciben y pueden pedir. Creo en las personas y no en los personajes. Creo en la tierra que se hace barro para volverse roca pero puede volver a su estado original. Creo en vos y creo en mí. De última se cree mucho más en aquello que no se puede ver. Y de eso también desconfío.

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