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jueves, 9 de junio de 2011

Aniversario

La relación era perfecta para los demás. Solías hablar maravillas de mis planes y proyectos pero puertas adentro te encargabas que perdiera el incentivo para lograrlo. Yo era la hija perfecta para el resto, pero vos tenías una forma particular de calificarme. Sin embargo el tiempo es un bálsamo que todo cura, que todo cicatriza y tiene un don exquisito cuando deja lo mejor de cada uno. Y hoy, cuando me veo tan grande, tan adulta y tan pequeña a la vez, solo te extraño. Quisiera estuvieras acá para hablar de la vida que de pronto se hace muy cortita justo cuando le encontrás el gusto. Quisiera contarte que ahora entiendo cuanta responsabilidad tiene un padre y que los hijos crecen muy rápido. Que tus nietos ya son adolescentes y me encantaría que les contaras anécdotas mías desde tu relato. Que no era necesario que te hicieras tantos problemas; las cuentas se pagan, los gobiernos no son eternos, las computadoras no son armas del demonio, la globalización no nos paraliza y el apocalipsis se acerca o se aleja según la histeria colectiva. Pero todavía no llegó y creo que falta bastante Y que tenías razón con el gobierno del Carlos; aunque te peleaste con todos...al final tenías razón. Pero a eso también sobrevivimos. Que todo puede ser simple, muy simple; es solo amar y conservar los afectos, ser agradecido y estar seguro que nadie se muere un día antes. Que la gente es como en todas las épocas, pero yo conocí mucha de la buena. Que tenemos una mesa grande en el comedor donde se sientan amigos, amigos de amigos y amigos de hijos, y eso es digno de celebrar. Que sigo creyendo que vos sos Papa Noel (y mis hijos también lo creen) Pero por sobre todas las cosas, que te quiero mucho papá. Y yo sé que vos también me quisiste mucho. Y aunque las cosas se aprendan tarde, siempre son bienvenidas cuando suceden. (Arturo y Agustina con dos meses de edad)