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jueves, 26 de junio de 2008

Silencio de radio

En una época de abrazos, mi esencia y mi presencia se están encontrando en un tiempo. Uno, dos, tres, cuatro...dejando de contar para salir a buscar, dejando las escondidas. En una medida sin palabras suficientes que califiquen para adjetivar, con mangas arremangadas para el trabajo sin lecturas de autoayuda. A todos los que trabajan por encontrarse con su esencia mis abrazos también.

jueves, 12 de junio de 2008

Sin area de juego

Si fuéramos niños por un instante y pudiéramos hacer sin buscar motivos Si jugar fuera la única actividad para poder aprender si fuera la única opción para saber de que se trata esta historia entonces lo propondría, si fuéramos niños... Juguemos a ser novios. Juguemos a extrañarnos por las noches y esperar el encuentro. Juguemos a que me compras un peluche y no te animas a dármelo. Juguemos a que te escribo una carta en papel de frutillas lleno de corazones. Juguemos a besarnos sin saber como. Juguemos a hacer planes, a imaginarnos felices a través de los años. Juguemos a caminar de la mano y entonces el corazón te late fuerte. Juguemos a cantar una canción a dúo. Es cierto. Ya no es tiempo de juegos. Se aprende adquiriendo conocimientos sabios. Seamos coherentes. Alguno puede salir lastimado. Quizá el llanto dure más de lo esperado y las risas se apaguen pronto. Seamos concientes. Quizá no genere nada bueno estos divertimentos. Los niños juegan, los adultos tenemos relaciones. La próxima vez que me veas no te relaciones conmigo Seguí caminando como si no me hubieras conocido

Andar despistando

Engañar a la muerte es fácil. Aunque nos ande buscando y no lo sepamos, nuestros refugios la dejan fuera de contexto. Hay que reír siempre de más para que no queden dudas, para que no parezca mentira. Contar casi todo, quedarse solo con lo imprescindible, no cargar con grandes mochilas llenas de cosas inútiles. No llevar “por las dudas”. Pensar pero no tanto, ser justo para con el resto tanto como para uno. Amar sin tener demasiada conciencia de la razón. Arriesgar y jugarse como en la final de un campeonato, solo por la camiseta. Pero si a pesar de todo la muerte llega un día y nos sorprende, que sienta envidia, que ni siquiera quiera vernos para refregarle en la cara toda su opacidad. Que le moleste nuestra presencia vital aunque estemos siempre con ella.