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domingo, 28 de abril de 2013

Pesadillas diurnas

Estoy comenzando a convertirme en el monstruo que siempre soñé.
Un monstruo lleno de peludas intenciones. Con varios ojos en la frente y una forma amorfa para moverme.
Uno de esos que los niños no quieren en sus pesadillas pero que son efectivos en las películas de terror de la adolescencia.
Con capacidad para generar gritos de espanto y sugerir visiones espectrales.
Uno de los que no podrían entrar en los paraísos prometidos.
Uno que no tuviera ninguna posibilidad de sufrir porque pertenece al mismo mundo de espanto.
Esos personajes que causan rechazo pero que al mismo tiempo son la sombra de la luz, la balanza que equilibra.
Permitirse ser aquello que tantas veces temimos...

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