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martes, 31 de julio de 2012

Baja a la tierra

Un día podía llegar.
Y ese día llegó.
Otro día me dediqué a soñar.
Pero invertí tiempo en sueños de ocasión desesperados, sueños con garras y ambiciones de propiedad. Y la única posesión que podía tener era mi esperanza.
Entonces enterré el anhelo de verte. Sórdido bajo tierra lo dejé dormir. Me ocasionó angustia dejarlo tan  oscuro y le tiré unas semillas de flores tiernas.
Hoy salió el sol y un colibrí se acercó a aquel plantío ocasional.
Y me dí cuenta que el sueño no había muerto para sepultarlo. Solo necesitaba mutar para transformarse en una utopía fértil.

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