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viernes, 20 de julio de 2012

Soborno

Y me quedé con el alma desnuda.
La observo indefensa sin máscaras ni guiones para jugar. Sin deseos ni preguntas, sin miserias. Pura. Genuina.

Y me quedé con el cuerpo desnudo.
Lo observo alejado de la razón exquisita, con sus carencias y reclamos. Involucrado en un proceso demandante porque detesta conformarse con lo etéreo. 


Desnudo y vacío. Necesitado del contacto tibio de tu cuerpo, hambriento de los besos, desamparado sin tus abrazos,  sediento de un elixir que no puede beber, soborna mis sentidos y el pensamiento
Por qué el mundo tangible está saturado de obstáculos?   
El cuerpo parece un indigente en la puerta de un templo o una cárcel,  jurando por un dios inexistente que no necesita nada mientras su mundo se desvanece.

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