Páginas

jueves, 11 de julio de 2013

Puntadas y patrones

Cuando mamá estaba triste tejía.
De pronto se sentaba en algún lugar de la casa, generalmente la cocina, tomaba las dos agujas y comenzaba la función.
En alguna época de crisis (este país vive en crisis) hacía cadenitas con la aguja de crochet y salían unas florcitas nacidas de cualquier pedazo de hilo que anduviera circulando. O varios pedazos. Parecía como si la amalgama de puntadas y elementos, unidos en esa danza, dieran cierto orden universal ante alguna situación.
Sus conocimientos eran primarios; la producción solo contaba con bufandas en punto Santa Clara o redondeles que adquirían formas diversas de mantelitos o apoya tutti. Recuerdo alguna bufanda rosa muuyy larga y me genera una sonrisa pensar cuantas filas habrán sido necesarias para calmar su ansiedad.
Hace un par de semanas fuí a comprar lana para un chaleco multicolor. Me faltaba ese básico en mi guardarropas y mi tía gentilmente se ofreció a cumplir el deseo.
Extrañamente tomé una madeja y también la sume a la cuenta. Pero para mí.
Revolví todos los cajones de mi casa y encontré dos agujas que ni siquiera recuerdo de donde salieron. Armé un ovillo, me senté en una silla casual y comencé a tejer. Es muy impresionante como sin darse cuenta se van repitiendo patrones.
Cuando comencé a llorar obtuve la confirmación del evento. Y las palabras se transformaron, medias anudadas y un poco tejidas, en una historia para abrigar mi garganta. Un talismán que protegiera mi voz cuando hiciera frío.


No hay comentarios: