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martes, 8 de enero de 2008

Sentidos Zen

Con los otros hablamos por la boca porque esas palabras nos ahogan, decimos para inundar y provocar cataclismos. Árboles añosos son arrastrados junto con la hierba reciente y en ciudades enteras las reliquias se enredan con el papel del almacén. Represas desbordadas en torrentes inmanejables estallan y el pobre poblador, desolado, no sabe que sucederá cuando se retire el agua. Entre nosotros preferimos hablar con los ojos. La diferencia es la luz, el matiz, el sol, estrellas, la lumbre. Tenemos diálogos con el sentido más manipulado, el menos fiel y el más estimulado, el más aturdido en estos días. Siempre prefiero decir con tus ojos y los míos que no callan las cosas que no se gritan, cuando susurran si tienen ganas de estar atentos. Prefiero escucharte con la nariz y estornudar para volver al silencio. Y mirar todo el tiempo a través de la piel, espiar el mundo desde la yema de los dedos. Y es por esto ( y no por otra cosa) que cuando nos acercamos yo te entiendo...siempre.

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