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martes, 26 de noviembre de 2013

La tierra se mueve

Cuando era niña escuchaba mucho "La canción del jardinero" de María Elena Walsh.
Mi estrofa preferida decía :
yo no soy un bailarín
porque me gusta quedarme
quieto en la tierra y sentir
que mis pies tienen raíz.

No era absolutamente cierto; yo amaba bailar pero la idea de sentir que me convertía en árbol me parecía (y me parece) maravillosa. Se alargan los dedos y se iban hundiendo en la tierra cada vez más profundo, menos humana y más perteneciente a un paraíso de eucaliptus añosos.

La raíz tiene metáfora de quietud pacífica, de la sabiduría que la pacha se encargará de nuestro futuro.

Pero el mundo se ha transformado. A veces la tierra se mueve y las raíces nos anclan en terrenos poco fértiles. Me faltan los nutrientes, como me había enseñado mi maestra de cuarto grado indispensables para que todo árbol siga vivo.
La tierra me sacude, me expulsa, me domina, se seca.
Y dejando mis viejas afirmaciones, algunas creencias y cierto espíritu riguroso debo abandonar esto que se ha transformado en un estanco. Obligada a moverme, sin otra opción que correr, desentierro aquello que fueron pies.

Pero comprendo que además, soy bailarín, como decía la canción. Y que lo puedo disfrutar.
Convertirme ahora en un árbol danzante buscando
un nuevo destino.
Aunque eso no figure en ninguna Enciclopedia del Conocimiento.

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