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miércoles, 19 de septiembre de 2012

Ultimo día del invierno

En el laberinto de las pasiones me perdí. Eran mías, eran nuestras, eran de todos y no recordé la esquina oscura donde las dejé para que nadie las viera.
En ese laberinto de criaturas nacidas bajo las noches húmedas de verano, pedí a los monstruos que se fueran lejos de mi vista. Aniñados y caprichosos pidieron quedarse y alucinados con mis ideas, las tomaron como propias hasta deformarlas.
Era un laberinto de Minotauro, solo que no había héroes ni vencidos. Eras vos, era yo, los mismos pero distintos. Nos reconocimos desarmados, indefensos y luchando contra la contradicción.
La misma nos juntaba al final de un camino sin señalizar. Ninguna información para seguir.
Habíamos llegado a casa.

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