Se entra pero nunca se sabe si realmente se puede salir, si ciertamente podremos olvidar el paraíso conocido.
Se mira, se ve y se hunde hasta la nariz; la cara entera sin preguntarse si se podrá respirar.
Se experimenta triste.
Se piensa, ya no se siente, se racionaliza y se supera finalmente.
Se olvida solo por el hecho que ya sos otro.