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miércoles, 28 de agosto de 2013

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Era un amor grande, no por su grandeza sino por su tamaño. O por ambos.
Pero también era pequeño por indefenso;  frágil en su existencia prematura como los amores que nacen a destiempo.
Traía historias ajenas en algún rincón del pensamiento, remitiendo pocas vivencias pero con apéndices de cuentos terminados.
Y así lo fui ovillando, enredando, enmarañando.
Quizá era la falta de experiencia para cuidar de recién nacidos o la tristeza desmedida que no tuvo piedad en someter a una vida corta.
Porque era inmenso pero no llegó a desarrollarse. Estaba satisfecho con  palabras mal escuchadas, silencios protagonistas o diálogos insurrectos que se convirtieron en monólogos.

¿Habrá que dejar que el huracán arrase con todo y negarse a plantar semillas en medio del viento?
No lo sé.
Busco en una caja que está llena de quizás y no encuentro ningún porque.
Me queda pensar que la falta de conocimiento se convierte en la esperanza de los ignorantes.

Y si nuevas ciudades resucitan, después de los tornados más impíos, habrá que pasar la noche dentro de refugios construidos.
Para esperar.
Para creer. Para crear.
Y cuando la madre tierra termine su ciclo, recibir las primeras flores. Bajo cualquier forma, algún día también se mueren los inviernos.

martes, 13 de agosto de 2013

Calendario

El 31 de Octubre debía celebrar el Día de Brujas en otro país.
En esa fecha, los fantasmas rondarían por la Plaza principal sin mirarnos aunque quisieran vivir más de la cuenta.
Deambularían sin tocarnos para generar en mi compañero de ruta alguna risa miserable.
Faltaba poco para terminar el año y entonces podríamos saldar todas las deudas pendientes. Después la vida seguiría su camino sin punitorios que recordaran nuestras faltas.
Halloween es una festejo divertido pero también nos remite al miedo y los espantos. Tal vez marcar ese día del calendario trajo una cuestión casi premonitoria.Como si nosotros mismos nos hubiéramos transformado en esos adivinadores berretas de salón.
Lo cierto es que los espectros, lejos de quedarse mirando, se sentaron cómodamente a esperar. A subir las apuestas sobre quién se dejaría ganar primero por el pánico, los malos entendidos, la desconfianza o la intolerancia al futuro. Haciendo chistes sobre nuestras incapacidades humanas para generar seguridad sobre los proyectos.
Sobre aquel destino que siempre es incierto e inmanejable.
Entonces no hubo viaje.
Tampoco encuentro. Ni desencuentro.
Eso fue lo más triste.
No hubo nada el 31 de Octubre de aquel año bisiesto. Solo una plaza chilena llena de fantasmas que jugaban a la rayuela con una piedrita del cielo.

domingo, 11 de agosto de 2013

Jump

Es complicado caerse en un pozo.
Enredarse con las raíces que crecen bajo tierra. Dejar de tener miedo a los insectos que dan vueltas por cientos de agujeros sin luz.
Pedir agua. Tener sed pero desear que no llueva para que no se genere un lodazal.
Acostumbrarse a la oscuridad, tener capacidad para optimizar la luz del día y no desesperar con los ruidos por la noche.
Y vivir la estadía con el deseo de salir. Con la fantasía que podrían crecer alas para volar.
Es más engorroso cuando el agujero que nos engulle lo construimos nosotros. Buscando bajo tierra objetos perdidos, tesoros viejos que perdieron valor.
Para suerte de los aventureros, también deambulan equipos de rescate.
Cuando no se puede solo, otros compañeros de viaje, amores nuevos y sobrevivientes, colaboran para encontrar la forma de subir. Hay que hacerlo con los pies, con las manos, con las uñas, con el cuerpo vivo.
Para entender que aunque sapos de otro pozo también podemos saltar con fuerza los días de lluvia.