Contáme un cuento.
No! no voy a dormirme ni en tu regazo, ni en tu cama o en el sofá, solo quiero escuchar una historia.
Entonces me abrazaste y me diste un beso. Pero no como el que yo siempre imaginé; era un beso amargo y profundo. Yo no te pedía un beso! quería una historia de ficción con cualquier final, total...era pura imaginación.
Cuando el destino nos besa en la boca, en lugar de darnos un cuento, me dan ganas de irme a dormir en cualquier lado...